martes, 22 de marzo de 2011

La recuperación colectiva de la historia solo y desde el vox populi

Por: Paula Boccardi
Oskar Gómez
Marianela Laura
Paola Rojas Useche
Lisbeth Súa Diaz




"La historia... Testigo de los tiempos, luz de la verdad, 
vida de la memoria, maestra de la vida, testigo de la antigüedad".
Marco Tulio Cicerón.


De acuerdo con la alocución latina Vox pópuli, vox Dei: "voz del pueblo, voz de Dios’ entendida como que la verdad de un hecho o la justicia de una cosa se establece sobre el acuerdo unánime de las opiniones del vulgo no se puede esperar menos que la sociedad del común sea el eje central de la "Recuperación colectiva de la Historia" RCH.
Tal como lo afirmara Lola Cendales (1990 y 1992), la palabra historia es poseedora de un significado doble, ya que designa tanto a las acciones humanas en el tiempo, como al estudio de esas acciones. Por ello, los historiadores diferencian la historia conocimiento de la historia real, siendo esta última la materia prima para la construcción de la primera, designada como historiografía.
Desde tiempos remotos, la historia, primeramente considerada tradicional,  ha sido vista y estudiada desde las civilizaciones  que mayor poder ejercen  en la sociedad, dejando excluidos a los sectores populares y a su propia historia, reduciéndolos y exaltando como únicos protagonistas  a quienes pertenecen a la sociedad hegemónica. En este sentido, Cendales, Peresson y Torres (1992) afirman que  “restringido el protagonismo histórico a las clases dominantes de la época y a las minorías creativas, las masas populares y los grupos subordinados van a desaparecer de la escena histórica”.
De aquí, que el desarrollo social ha venido dependiendo de este sector privilegiado, ya que, atribuyéndoles la razón de ser de la historia se les facilitó el  acceso a circunstancias materiales que les permitieron recrearla,  manipularla y registrarla  a su conveniencia.
De este modo, haciendo referencia a la historia de la historiografía, se puede afirmar que si bien desde sus orígenes la historia escrita ha presentado una tendencia por hermanarse con el proyecto histórico de las clases hegemónicas, ha ido mutando a través del tiempo y los diferentes contextos. Así, siguiendo a Cendales (1990 y 1992) se pueden distinguir dos fases principales en su desarrollo. Por una parte la historiografía tradicional o también llamada historia de bronce, habría venido a considerar como históricos solo a aquellos sucesos actuados por las elites dirigentes del momento. Las minorías y grupos subordinados quedarían casi completamente invisibilizados. En concordancia con esta concepción, los personajes históricos son construidos desde la exaltación de sus condiciones, elevándolos a una condición casi divina, convirtiéndolos de este modo en ejemplos de vida para las generaciones venideras.
Por otra parte, la historia denominada como científica o actual, es descrita por la autora, como el producto de pensadores influenciados por el positivismo y por lo tanto ocupados en conseguir el abandono de la subjetividad del historiador, partiendo del supuesto de que “los hechos hablan por sí solos”. Mientras defendían la idea de que mediante técnicas rigurosas de recolección y verificación de las fuentes se asegura el acceso al conocimiento de los hechos tal como sucedieron, justificaban un análisis descontextualizado y la ausencia de análisis críticos que consecuentemente contribuyeron a fortalecer la concepción elitista de la historia.
Perdida la confianza en la visión liberal del devenir histórico y de la evolución de la humanidad hacia el progreso, en la década del 30 surge en Francia una nueva generación de historiadores que se proponían explicar y comprender la historia. A esta historiografía no le bastaba ampliar su objeto de análisis, necesitaba además una teoría de la sociedad que le permitiera explicar el por qué de la ocurrencia de los hechos. Sin embargo, esta historia entonces más estructuralista y funcionalista, dejaba afuera y consideraba irrelevante, una vez más, a los sectores populares en su cotidianeidad.
Hecha esta breve síntesis de las corrientes historiográficas más influyentes queda delineada la imperante necesidad de una historia capaz de contribuir al cuestionamiento de la sociedad, dejando de este modo de ser una “memoria del poder y una justificación del presente” (Cendales, 1992, 31) para convertirse en vía de acceso a la crítica de lo instituido y naturalizado. Dicha necesidad trajo consigo el surgimiento de intentos renovadores de algunos historiadores capaces de aportar valiosas experiencias.
En la década de los ochenta, una nueva corriente llamada historia popular o recuperación colectiva de la historia, viene a proponer un cambio categórico tanto en los procesos de construcción del conocimiento como en el empleo del mismo. La "Recuperación colectiva de la Historia" RCH, motivada por la revolución Sandinista y los movimientos sociales en América Latina, proponía que los sectores populares se convirtieran en un sujeto histórico de cambio en el papel Integrador de la Educación Tradicional y en la necesidad de transformación social en general. 
Este modelo  ha pretendido ser  una herramienta emancipadora. A través de éste se trata de reconocer el proceso en la historia desde el conflicto para entender la diversidad y complejidad de los movimientos del presente y sus consecuencias en el futuro, comprendiendo y explicando en profundidad su pasado.
La recuperación colectiva de la historia como metodología de investigación se promueve como una alternativa de reconocimiento de los intereses  de que los otros también cuentan para "construir una historia desde abajo" (Torres Carrillo, 1993). Para ello, la propuesta metodológica intentará un “diálogo de saberes” enriquecido con el uso de estrategias y dispositivos específicos. Un equipo responsable, con base en los acuerdos del colectivo, será quien elabore un Plan de Trabajo que servirá como guía para las acciones venideras. Al decir de Torres Carrillo (1993), para que la participación pueda ser efectiva es indispensable la capacitación constante del Equipo en habilidades investigativas básicas, así como sobre las temáticas y problemáticas que irán apareciendo a lo largo del proceso de RCH.
Dado que, desde esta perspectiva se asume que la memoria social no se encuentra sólo en los recuerdos de sus miembros, sino en múltiples huellas que el pasado va dejando,  son también múltiples las fuentes a las que hay que acudir. Para ello, se utilizan técnicas activadoras de memoria tales como museos comunitarios, audiciones de música antigua, jornadas de expresión artística, entre muchos otros. Asimismo, (Torres Carrillo, 1993) en la medida en que la información se va recolectando debe irse organizando y analizando según el modelo de análisis decidido al comienzo de la RCH y/o con base en las especificidades de la información obtenida.
Este análisis brindará la posibilidad de establecer hipótesis que permitan realizar interpretaciones y articulaciones. “Para una buena interpretación es necesario acudir, tanto a las interpretaciones que hace la gente desde su experiencia y sentido común, como a los aportes del conocimiento provenientes de otros estudios, investigaciones y reflexiones hechas desde el mundo académico” (Torres Carrillo, 1993). Se destaca aquí la importancia de crear puentes de comunicación, entre unas y otras hasta construir un marco interpretativo apropiado a la experiencia que se está reconstruyendo e interpretando. Una vez realizada la interpretación y la síntesis correspondiente, se procede a la realización de un modo particular de comunicación de los resultados, acorde a las características de la población.
Como puede verse, en este modelo prima la importancia de la memoria colectiva, la identidad y la conciencia histórica, para dar batalla en la lucha existente entre los que quieren el dominio y orientación de la sociedad donde la historia y la memoria social son elementos de discordia.  En esta lucha existen fuerzas políticas y sociales que se oponen a la historia creada por los sectores "hegemónicos" para seguir en su  posición dominadora.  Es allí donde surge la pregunta: ¿qué es lo que está en juego? ¿qué es lo que se lleva el vencedor? y la respuesta es el control sobre la memoria social,  ya que desde ella se estructuran identidades sociales, se legitiman, impugnan y redefinen las relaciones de poder, se definen los campos de lo posible  y las visiones de futuro
La propuesta metodológica de la  "Recuperación colectiva de la Historia" RCH, quiere reivindicar a aquellos sectores subalternos como sujetos históricos y sujetos de conocimiento histórico  para llegar a una reconstrucción, interpretación y socialización, siendo ellos mismos los protagonistas de aquellos procesos que las llamadas "Historias Oficiales" excluyeron tanto en sus  identidades culturales, como en las fuentes de saber, tales  como la literatura o las memorias populares que se consideraron como "acientíficas-no históricas".
Cabe señalar que la RCH se ha enriquecido con corrientes disciplinares de pensamiento y culturales como la Educación Popular, la corriente latinoamericana de la Investigación Participativa, la historia "desde abajo" y los estudios y discusiones contemporáneos sobre culturas e identidades populares.
Concluyendo, de la experiencia  de la  "Recuperación colectiva de la Historia" RCH queda el aprendizaje de que el investigador social debe ser una persona comprometida con su realidad social, de mente abierta, dispuesta a integrarse a una comunidad para construir con ella y respondiendo a su contexto particular.
Desde dicha perspectiva, hacer investigación social es tener en cuenta la historia desde  las condiciones sociales en las que se desarrolla.  Por ello es relevante retomar lo argumentado por Cendales et al (1992)  “la producción histórica,… requiere una serie de condiciones materiales y sociales que garantizan su desarrollo… donde el investigador debe decidir qué investiga, cómo investiga y al servicio de quién investiga.” Recordando que sus discursos estarán ejerciendo una importante influencia  para que la voz de un pueblo sea identificada y escuchada, o silenciada como suele suceder.
Sólo siendo conscientes de ello se podrá desplazar el discurso hegemónico plasmado hasta en frases célebres como la del novelista inglés  Aldous Huxley (1894-1963): “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”.

Preguntas para el debate: 
  • ¿Aquel (sujeto, sociedad, escuela) que no conoce su historia está condenado a repetirla?
  • ¿Considera que las tics han ejercido una influencia en la formación de la identidad colectiva de los pueblos y/o actores sociales? De qué manera?
  • ¿De qué manera se podría aplicar la RCH en el ámbito educativo?

 Bibliografía:
CENDALES. Lola, PERESSON M y TORRES, Alfonso. Los otros también cuentan. Elementos para la recuperación colectiva de la historia. Dimensión Educativa. Bogotá.1990.

TORRES, Alfonso. Pasados Hegemónicos, memorias colectivas e historias subalternas. En: Walsh Catherine (Editora), Estudios Culturales Latinoamericanos. Universidad Andina Simón Bolívar-Ediciones Abya-yala.Quito.2003.

TORRES, Alfonso. Identidades y política de acción colectiva. Universidad pedagógica Nacional. Bogotá.2007.

1 comentario:

  1. Bastante interesante y satisfactorio reconocer la voz de los otros. En igualdad de importancia, sin exclusión de ningún tipo. Hacer una recuperación colectiva de la historia es entender desde una perspectiva amplia la otra cara de la moneda sin menospreciar la ya conocida.

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